Sin dudas, fondear es una de las maniobras más importantes de las que se realizan a bordo. De su correcta ejecución depende que el barco quede bien asegurado en el lugar elegido y que no se produzcan desplazamientos que puedan generar accidentes y malos momentos.
Lo primero que hay que conocer son los elementos que componen el “sistema de fondeo”. Estos son: el cabrestante o malacate de proa, el ancla (que dependerá de la eslora y el peso del bote), y la cadena. En embarcaciones pequeñas es común ver que se utiliza un sistema mixto de cadena y cuerda (fuerte, flexible y con gran coeficiente de estiramiento) para que la cadena no lastime la cubierta y las bandas si fricciona contra ellas.
Veamos algunos de estos componentes en detalle: Cuando se hace la organización de la travesía es importante saber qué tipo de fondo habrá en el lugar donde se planea fondear, de manera de asegurarse de tener a bordo el tipo de ancla correcto para ese suelo marino (tener en cuenta que los fondos rocosos, de piedras, o algas no ofrecen un buen agarre, mientras que los de arena gruesa son óptimos). Algunos de los tipos de anclas más comunes que podemos encontrar son:
CQR o de Arado: es un ancla de las más populares y eficaces y sirve para fondos como arena, barro, piedras y algas. No es muy recomendable para fondos rocosos. Cuando garrea, lo hace suave y uniformemente.
Bruce: tiene una gran capacidad de agarre y se endereza sola, por eso es buena cuando no hay lugar para soltar mucha cadena. Es muy pesada y agarra muy bien en los fondos blandos.
Danforth: de las más utilizadas en especial en embarcaciones más pequeñas, es óptima para fondos de arena.
Por otra parte, la cadena deberá tener el grosor y diámetro de eslabones acordes con las dimensiones del Bote. Es recomendable pintar algunos eslabones cada una cantidad determinada de metros para tener un control visual de la cantidad de cadena que se va soltando.
Aclarado esto, vayamos a la maniobra en sí.
El primer paso es elegir dónde se va a fondear. Para eso, es importante seleccionar un lugar que quede protegido del viento y del oleaje predominantes en la zona (especialmente si se pretende permanecer un tiempo prolongado allí). Esto, porque si el viento y las olas aumentan de intensidad producirán sacudidas molestas que pueden provocar que se desprenda el ancla del fondo o que se rompa alguno de los elementos.
Por supuesto, al escoger el lugar se debe prever que el bote puede llegar a girar en un círculo alrededor del fondeo ya sea por acción del viento, de la corriente, o de ambas. Entonces, dejar una distancia equivalente a la eslora del bote, más los metros de cadena soltada, respecto de los barcos vecinos (ver gráfico) resulta fundamental para estar tranquilo. Por ejemplo, si se soltaron 30 metros de cadena en un lugar en el que hay 5 metros de profundidad y la embarcación tiene 10 metros de eslora, tendremos un posible círculo de borneo de unos 35 metros de radio. Por lo tanto hay que estar seguros de que en ese círculo esté todo despejado.
Luego, chequear la profundidad y el tipo de suelo que nos indica la carta de navegación.
Ahora sí comienza la maniobra. Tener en cuenta que durante la navegación el ancla está asegurada para evitar un posible desprendimiento liberándola peligrosamente con el bote en velocidad. Antes de comenzar la maniobra de fondeo asegurarse de liberar el ancla y soltar un corto tramo de cadena dejando el ancla «colgando» de la proa del bote lista para ser liberada. Solo entonces, poner el bote proa al viento y avanzar unos metros más allá del sitio elegido y a muy baja velocidad, controlando siempre la profundidad que nos indican los instrumentos.
Detener el bote y soltar el ancla calculando que el largo de la cadena liberada sea de varios metros más que la profundidad del lugar.
Una vez liberada la cantidad de cadena adecuada, hay que esperar a que la embarcación se acomode en la dirección correcta guiado por la relación entre viento y corriente (primero se atraviesa al viento y luego va hacia atrás) hasta que la cadena se haya estirado completamente y el ancla se clave en el fondo.
Una vez en posición, soltar los metros de cadena restantes para que siempre quede tensada y en línea con el ancla. Con buen clima se sugiere soltar entre tres y cinco veces la profundidad del lugar; en condiciones de vientos más intensos se recomienda liberar hasta siete veces la profundidad.
Terminada la maniobra se debe comprobar que la embarcación no garrea (es bueno establecer un punto fijo en la costa para cerciorarse) y observar la línea de fondeo: si está siempre tensa y vibrando quiere decir que el ancla no ha agarrado correctamente y el barco se está yendo hacia atrás; en cambio si vemos que la cadena se tensa y destensa continuamente significa que el ancla está bien afirmada en el fondo. Si los instrumentos de navegación del bote incluyen una alarma de garreo, activarla inmediatamente después de terminar la maniobra de fondeo.
Si la maniobra se hace en la noche, no olvidar encender las luces de fondeo.
Cuando se desea elevar el fondeo, la operación es más sencilla: se enciende el motor y se lo pone marcha adelante muy lentamente mientras se va recogiendo la cadena con el malacate. Cuando la cadena se encuentre en posición vertical es momento de terminar de recoger la cadena restante para que el bote quede completamente liberado. Se debe evitar realizar movimientos bruscos para que cuando se sube el ultimo tramo de cadena el ancla no golpee contra el casco.
Prestar atención:
- Si se produce un cambio en la dirección del viento o la corriente, observar que los botes que se encuentran en los alrededores se muevan todos en la misma dirección. De esta forma se evitarán situaciones engorrosas como una colisión.
- Si hay demasiados botes fondeados en la zona, hacerlo con pocos metros de cadena pero siempre sin resignar el agarre del ancla.
- Si se va a pasar la noche, es recomendable fondear en una zona más apartada, lejos de los vecinos, y revisar el fondeo con gafas de buceo. Además, si se dispone, conectar la alarma de garreo.
Y una recomendación final: tanto esta maniobra como la de toma y salida de amarras debe hacerse lo más discretamente posible, porque una de las maneras de juzgar la destreza de quienes están a bordo de una embarcación no es por las maniobras en sí o por la necesidad de repetirlas de ser necesario, sino por los gritos y caos que se generen entre los tripulantes de proa y la persona al timón. Por lo tanto, como norma de etiqueta es bueno recordar: no gritar, no correr, no discutir. Si se planificó previamente la maniobra, todo eso no va a ser necesario.